Se enterró entre filosofías perdidas. Corría intentando oír lo ajeno, pero es que el viento no le cantaba.
El miedo se refugiaba en su boca, y cada diente plasmaba sus ansias por descubrir algo nuevo. Decidió no usar diccionario. No era de su placer.
En cambio, la piernas le temblaban al ritmo de nuestra canción. Era como electrónico. Era suave; en realidad no era nada. Sin forma, incoloro y discriminado por nuestros ojos. Intentó acloparse a la sociedad. Se vistió de camisa y pantalón y hechó a correr por la puerta. Las voces lo confundían; los gritos lo aturdía. Era como tragar una lija y intentar complacer a los comensales agradeciendo por el acto. Y comía con cuchillo y tenedor. Y levantaba el meñique. Y hasta resignó su voluntad, y río con esa gente que tanto despreciaba. Pero el quería ser. Tener una invitación para festejar. Usar traje todos los días. Quería que le gustaran esas cosas. Quería no ser nadie.
Me gustó mucho esto brujita.
ResponderEliminarMe encanta me encanta. Las dos unas genias.
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