martes, 11 de enero de 2011

Expectante alucinación

Desdichada, despreciada, y finalmente resucitó.
Tenía bien claro que nada la convencía, pero con sus labios ella me seducía.
Una taza de té revoloteaba entre mis dedos. Los nervios de apoderaban de mí. ¿Con que fin? Creo que mi cuerpo me quería contar que estaba enamorado. Jamás, le contesté.
Al otro lado de los campos, la lluvia nos acechaba. Eso me tenía confundido también. ¿Encontraría el camino al trono? Terminé por perderme.
Y más allá de todo, seguía mirándola. Aún no aclarábamos el proceso a la despartición. Me acosté en el suelo y dejé que el techo me aplastara. No era suplicio. Tampoco afecto. Y no, definitivamente no era pasión. Eso se lo dejaba a las novelas de ficción.
Y ahora lo repienso. ¿Habría tenido algo de razón mi despertar? ¿Habría jugado las cartas correctas? Quebré. Mi pecho se undió. El contestador anunció la baja tensión. Quizás pensé; soy malo en el azar.

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