Me quedé con tu olor y con tu retrato.
Sonrie la vista contenta. Danzan las pestañas en Buenos Aires.
Un tren pasa sólo si el abrazo se hace de a dos. Dime, cuando canten las arboledas y las aves vuelen, dime tu nombre. Llévate el nubarrón, yo te lo concedo.
Que demente es la existencia. Que demente el conejo que me viene persiguiendo tras travesías de sangre. De humor.
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